Crónica semanal - 20 de Octubre

Sonidos, movimiento y dibujos de Halloween

Como sabéis, durante toda la semana hemos dedicado los últimos minutos a realizar un dibujo para el X Concurso de Dibujo y Cuento – Halloween 2025. Los trabajos formarán parte de la exposición que se celebrará el viernes 31 de octubre.

Esperamos que les haya hecho ilusión participar, y que hayan disfrutado también del regalo especial que recibieron a cambio de su pequeña obra de arte ;)

Lunes: sonidos, colores y ritmo

El grupo comenzó la semana trabajando la vocalización a través de sonidos de animales. Utilizaron una de nuestras ruletas de sonidos, que indica qué animal imitar: gatos, vacas, perros o gallos, entre otros. Es una actividad divertida para explorar la voz y reconocer distintos timbres.

A continuación, con las alfombras de colores rojo, naranja y amarillo, practicaron el reconocimiento de las notas DO, RE y MI. La profesora cantaba una nota y debían identificarla y correr hasta la alfombra del color correspondiente.

Les encantan las actividades que les supongan un reto, se están consolidando como grupo y se apoyan todos, es una competencia sana.

Más tarde, trabajaron el concepto “lento / rápido” escuchando una pieza de la ópera Carmen de Bizet. Con pañuelos de colores, siguieron el ritmo de la música, dejando que su cuerpo respondiera a los cambios de tempo: cuando la melodía se volvía lenta, los movimientos se hacían suaves, amplios, casi flotantes; cuando el ritmo aceleraba los pañuelos parecían volar.

Este ejercicio les ayuda a sentir la diferencia entre el movimiento y la pausa, comprendiendo que la música no solo se oye, sino que también se siente en el cuerpo. Aprendieron que el silencio y el reposo son tan importantes como el sonido y la acción: que en música, una pausa puede tener tanta fuerza como una nota.

Para finalizar la clase, bailaron la canción “Camino a Halloween” y realizaron un dibujo temático para participar en el concurso de Halloween de este año.

Martes: movimiento, ritmo y piano

El martes, el grupo comenzó la sesión jugando a “las estatuas”, un juego en el que se mueven al ritmo de la música y deben quedarse completamente quietos cuando esta se detiene. Más adelante, añadimos dificultad colocando aros en el suelo, lo que hizo el reto aún más divertido y estimulante.

Continuaron trabajando con la ópera Carmen de Bizet, utilizando los aros para bailar y marcar los conceptos “lento / rápido”. A través del movimiento, reforzaron la escucha activa y la comprensión del tempo musical.

Después, llegó el momento del piano. Practicaron la colocación de las manos, la postura corporal y se introdujeron ejercicios de improvisación.

Improvisar tiene un gran valor educativo: permite que experimenten con los sonidos sin miedo al error, fomentando la creatividad, la escucha activa y la expresión personal. A través del juego libre en el teclado, descubren diferencias de altura y timbre, y comienzan a construir pequeñas ideas musicales propias. La improvisación, además, potencia la coordinación, la concentración y la confianza en sus propias capacidades.

Incluso ellos se sorprenden de lo bien que suena todo lo que imaginan. Es importante que se acostumbre a que las notas que aprenden y memorizas, se traducen en sonidos reales de los que el resto podemos participar.

Para finalizar, realizaron un dibujo temático para participar en el concurso de Halloween y se llevaron su obsequio especial correspondiente.

Miércoles: respiración, ritmo y Halloween

El miércoles comenzó con una actividad de relajación y respiración consciente. Se tumbaron en el suelo con sus peluches sobre la barriga, observando cómo subían y bajaban al ritmo de la respiración acompasada al ritmo del sonido del mar. De esta manera, trabajaron la respiración abdominal, aprendiendo a reconocer el movimiento del aire dentro del cuerpo y a controlar la inhalación y la exhalación de forma calmada y natural.

La respiración abdominal —también llamada respiración diafragmática— es una base esencial tanto para cantar como para tocar instrumentos. Aprenderla desde pequeños les ayuda a controlar el flujo de aire, lo que repercute directamente en la calidad del sonido, la afinación y la resistencia al tocar o cantar. Al respirar desde el abdomen, el cuerpo se relaja y el aire circula de forma más profunda y eficiente. Esta práctica enseña a los niños a tomar conciencia de su cuerpo como instrumento, a escuchar su propio ritmo interno y a usar la respiración no solo para producir sonido, sino también para gestionar la emoción y la energía que implica hacer música.

Cuando se tumban con el peluche sobre la barriga y observan cómo sube y baja, están interiorizando de forma lúdica el principio del control respiratorio que más adelante aplicarán al cantar, soplar un instrumento de viento, o incluso mantener la concentración mientras tocan el piano o la percusión. Es una semilla que más adelante florece en técnica, pero que en el aula se vive como un juego tranquilo y consciente.

Antes de entrar de lleno con los instrumentos, se soltaron cantando y bailando con las canciones “Camino a Halloween” y “Esto es Halloween”. Utilizando aros en el suelo, debían seguir el ritmo de las canciones saltando de aro en aro, combinando coordinación, escucha activa y sentido del pulso musical.

Entonces sí, llegó el momento del piano. Practicaron dos canciones y repasaron las posiciones de las manos sobre el teclado, reforzando la postura y la precisión en la ejecución.

Antes de finalizar la sesión y realizar el dibujo para el concurso de Halloween, trabajaron con instrumentos de percusión para marcar y mantener el pulso, consolidando así uno de los elementos fundamentales del ritmo musical.

Jueves: instrumentos y ritmos de colores

El jueves estuvo dedicado a la exploración de instrumentos musicales: piano, ukelele y violín. La profesora les mostró cómo colocar correctamente cada instrumento y explicó qué se debe hacer para producir el sonido en cada uno.

Poco a poco, fueron probando los tres, descubriendo las diferencias entre ellos y disfrutando de la experiencia de crear música (o sonidos :) )con sus propias manos.

El momento de descubrir los instrumentos es mucho más que una actividad práctica: es un primer paso hacia la identidad musical de cada alumno. Observar cómo reaccionan al sonido del piano, al brillo del violín o al ritmo del ukelele revela aspectos de su personalidad que a veces ni ellos mismos conocían. Algunos se sienten atraídos por la precisión y el orden del piano; otros, por la cercanía y el ritmo del ukelele; y hay quienes conectan con la sensibilidad del violín o la magia del arco sobre la cuerda.

Cada elección es una forma de autoconocimiento artístico, una manera de descubrir qué tipo de sonido les representa y cómo quieren expresarse.

El proceso de elegir instrumento no se fuerza ni se acelera: se acompaña. Con paciencia, los niños van encontrando su propio espacio dentro de la música, y esa decisión, aunque parezca pequeña, marca el inicio de un vínculo emocional duradero con el arte.

Después, realizaron una actividad de ritmo y notación visual. Por turnos, escribían un ritmo en la pizarra y luego lo representaban en el suelo con aros de colores: un aro grande para la negra y dos aros pequeños para la corchea. A continuación, toda la clase saltaba el ritmo inventado por su compañero, transformando la lectura rítmica en una experiencia física y divertida.

Para finalizar la jornada, realizaron su dibujo para el concurso de Halloween.

Cierre de semana: aprender jugando, sentir creando

La semana dejó una gran sensación de progreso. A medida que avanza el trimestre, se nota cómo cada niño y niña gana confianza, precisión y sensibilidad. La música se convierte en un lenguaje común que une, estimula la imaginación y les ayuda a expresar lo que sienten.

Cada nota, cada movimiento y cada silencio cuentan una historia. Y ver cómo esas pequeñas historias cobran vida en el aula es, sin duda, la mejor melodía de la semana.