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Crónica semanal - 17 de noviembre


Lunes: árboles mágicos


Esta semana empezaron la clase envueltos en un pequeño mundo encantado. La profe, Selena, les dibujó en la pizarra tres árboles mágicos: uno que daba chuches, otro caramelos y otro palomitas. Cada árbol “despertaba” cuando sonaban las notas correctas en el xilófono, así que los peques tuvieron que concentrarse, escuchar y tocar para que aquel bosque imaginario les regalara sus frutos.

Después, trabajaron la relación entre colores y notas musicales, algo que les ayuda muchísimo a interiorizar el lenguaje musical de forma natural. Repartieron alfombrillas de colores por el suelo y cada alumno eligió la suya, asociándose así a una nota. Entonces comenzó el juego: Selena tocaba una nota en el piano… y el niño o la niña de ese color tenía que reconocerla y correr hacia la alfombra correspondiente. Una mezcla perfecta de ritmo, oído y movimiento que les tuvo entusiasmados.

Para cerrar la jornada, empezaron a ensayar la canción de Navidad que presentarán en la muestra de la semana del 15 al 20 de diciembre.

Fue solo el inicio, pero ya se notaba la ilusión en sus caras. Poco a poco, y nota a nota, van construyendo la coreografía que os interpretarán en esas fechas tan especiales. ¡No podemos desvelar mucho más! ;)


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Martes: ensayo y mucha energía


El martes estuvo totalmente marcado por la preparación de la actuación de Navidad. Las chicas dedicaron buena parte de la clase a ensayar, combinando percusión y baile, dos elementos que requieren coordinación, concentración y, sobre todo, trabajo en equipo. Poco a poco van sincronizando pasos y golpes, y es genial ver cómo cada una encuentra su lugar dentro del conjunto.

También practicaron con el metrónomo, una herramienta fundamental para interiorizar el tempo. A través de intervalos de movimiento, aprendieron a ajustar sus acciones al pulso marcado: avanzar, detenerse, moverse rápido o despacio siguiendo ese “tic-tac” que los guía. Este tipo de ejercicios no solo refuerza la musicalidad, sino también la atención y la capacidad de respuesta.

Y después de tanto esfuerzo, llegó el momento de soltar tensiones: terminaron la clase bailando “Golden” y “Soda Pop”, dos canciones que les encantan y que llenaron el aula de saltos y entusiasmo. Una forma perfecta de cerrar una jornada intensa y muy productiva.


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Miércoles: instrumentos y banda completa


El miércoles fue un día especialmente emocionante, porque se adentraron en el mundo del tambor, las claves, los ritmos y los bailes, siempre con la mirada puesta en la actuación de Navidad. Cada nuevo instrumento les abre una puerta distinta a la música, y esta semana están explorando todas las que pueden.

Entre actividad y actividad, la profe Lidón fue conversando con ellos para descubrir qué instrumento les atrae más por ahora. Ese pequeño sondeo les ayuda a pensar, probar y conocerse mejor como pequeños músicos y a nosotros nos permite ir enfocándolos en lo que más les guste.


La gran actividad del día fue formar una auténtica banda musical. Cada alumno tomó el mando de un instrumento —xilófonos, micrófonos, guitarra, piano, tambor…— y juntos interpretaron “Happy” de Pharrell Williams. La dinámica era muy especial: iban rotando, de modo que todos pasaban por todos los instrumentos. Esto les permite comprender la música desde distintas perspectivas, valorar el papel de cada sonido y, sobre todo, divertirse mientras crean algo en equipo.

El aula se llenó de ritmo, risas y ese entusiasmo contagioso que solo surge cuando un grupo de niños siente que la música los hace brillar.


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Jueves: ritmo y aros musicales


El jueves llegó con mucha energía, porque dedicaron buena parte de la clase a seguir puliendo la canción de Navidad, combinando percusión y baile.

Cada día se nota cómo ganan seguridad en los movimientos y cómo el grupo va encajando.


Después del ensayo, se lanzaron a unos juegos de ritmo con aros que resultaron tan educativos como divertidos. Tenían un aro grande para representar las notas negras y dos aros pequeños para las corcheas. Por turnos, cada niño escribía en la pizarra un ritmo formado por “ta, ta, ti-ti”, y el resto tenía que cantarlo y saltarlo sobre los aros, siguiendo el patrón:

  • ta → nota negra

  • ti-ti → corcheas

Este ejercicio les ayuda a interiorizar la duración de las figuras musicales a través del movimiento, algo que funciona de maravilla a su edad: aprenden casi sin darse cuenta, entre risas, brincos y ese ambiente de colaboración que hace que la música cobre vida.


Cada día, estos pequeños músicos avanzan un paso más: afinan el oído, descubren nuevos sonidos, aprenden a escucharse y, sobre todo, disfrutan de la magia de crear juntos. La Navidad se acerca… y la ilusión se oye desde lejos.


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