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Crónica semanal - 03 de noviembre


Lunes de color, ritmo y Dua Lipa


Comenzamos la semana con “La canción de las notas” de Canciograma, una melodía perfecta para repasar la escala musical de forma divertida.

Cada peque tuvo su alfombra de color, representando una nota distinta: do, re, mi, fa, sol, la y si. Con los xilófonos delante, fueron tocando las notas siguiendo la canción, atentos al orden, al sonido y a la melodía. Después llegó el momento de moverse: cuando sonaba su nota, el niño o la niña correspondiente salía de la alfombra y bailaba, convirtiendo la clase en un arcoíris musical donde cada nota tenía su instante de brillo.



La segunda parte de la sesión subió la energía: tambores al ritmo de “Dance the Night” de Dua Lipa. Entre golpes marcados y pulsos compartidos, los peques aprendieron a mantener el compás moderno con una canción que los conecta con la música actual y la percusión.

Y para terminar, un juego que les encanta: “pilla-pilla con churros de gomaespuma”, pero siguiendo el ritmo del metrónomo.

Cada click marcaba el momento exacto para moverse o detenerse: un ejercicio perfecto para trabajar el tempo, la atención y la agilidad, disfrazado de pura diversión.


Para terminar pasamos al piano, en el que tuvieron que tocar notas e identificarlas ¡un caos muy creativo!


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Martes de voz y respiración: cantar, jugar y aprender a usar el aire


El martes lo dedicamos a nuestra voz, ese instrumento que todos llevamos dentro. Comenzamos con una vocalización muy especial en la que los peques imitaron sonidos de animales: gatos que maullaban afinando, perros que ladraban en distintos tonos y vacas que, entre mugidos, aprendían a proyectar su voz.

Todos los ejercicios vocales están adaptados exclusivamente para su edad. Tenemos muy en cuenta la madurez de su aparato fonador. A esta edad la voz de los niños aún está en formación:

  • Las cuerdas vocales son más cortas y delgadas, por lo que su registro es más agudo.

  • El aparato respiratorio y resonador (pulmones, caja torácica, cavidades nasales…) todavía está creciendo, y eso influye en la proyección y la resistencia vocal.

  • Además, su conciencia corporal es más limitada: les cuesta percibir de dónde sale la voz o cómo controlar el aire.

Por eso, los ejercicios vocales con peques deben ser lúdicos, breves y suaves, centrados en:

  • Explorar diferentes alturas (grave/agudo) sin forzar.

  • Trabajar la afinación de forma natural (canciones, ecos, juegos de imitación).

  • Coordinar respiración y sonido con dinámicas de movimiento o juego corporal.

  • Potenciar la confianza y la expresividad antes que la técnica pura.

En resumen: más juego, menos exigencia técnica.


Después pasamos al canto en grupo, empezando por “Hazme un muñeco de nieve” de Frozen, un clásico que siempre emociona, y seguimos con algunas canciones de Navidad (todavía en secreto ;) ).




Para cuidar la respiración, realizamos una pequeña sesión dedicada al control del aire y del cuerpo. Los niños practicaron distintos tipos de respiración:

  • Torácica, para sentir cómo se abren los pulmones y se expande el pecho.

  • Abdominal o diafragmática, centrada en mover el aire desde el abdomen, con respiraciones lentas y profundas.

  • Combinada, uniendo ambas para encontrar equilibrio y apoyo.

Este tipo de ejercicios no solo fortalecen el uso del diafragma, sino que ayudan a mejorar la postura, la concentración y la calma emocional.

A través de la respiración consciente, los peques aprenden a controlar su energía, a enfocar la atención y a preparar la voz sin tensión.

Una vez relajados, cerramos el día con la lectura del cuento “Los instrumentos”, un viaje por el mundo del sonido que nos recordó que cada instrumento tiene su historia, su timbre y su voz propia.

Un martes donde aprendimos que cantar también es respirar con intención y escuchar con el corazón.


Miércoles: guitarras, y mucha imaginación


La sesión del miércoles giró en torno a la guitarra. Primero observaron el instrumento: su forma, el brillo de las cuerdas, el hueco que resuena en el centro.

La profe les explicó las partes principales: el cuerpo, el mástil, las cuerdas, el clavijero… y cómo cada una cumple una función distinta. Lili les enseñó también cómo sostener correctamente la guitarra, la dirección del mastil y como sentarse para sostenerla de forma correcta.

Iban nombrando en voz alta cada parte del instrumento, asociando palabra y gesto, hasta que todos pudieron señalarlas sin dudar. También hablaron de cómo se construye una guitarra, y de cómo las cuerdas vibran para crear música.

Mientras la profe afinaba todas las guitarras, pintaban su propia guitarra y leían en voz alta lo que decía su dibujo,

De fondo sonaba Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega, que llenaba el aula de una calma musical perfecta para concentrarse.


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Luego llegó el momento de moverse al ritmo con la canción “Chuchuwa”, que transformó la clase en una pequeña fiesta.Usaron la guitarra para practicar el rasgueo:

  • rasgado con los dedos,

  • rasgado de arriba a abajo,

  • y golpes suaves en la caja,combinando diferentes ritmos mientras seguían la coreografía.


Después, con un tono más tranquilo, hicieron un juego de imitación tipo “teléfono estropeado”: la profe tocaba una cuerda y los alumnos intentaban repetir el sonido que creían haber oído.Fue un ejercicio precioso de escucha, memoria auditiva y precisión, donde cada intento se celebraba con entusiasmo.

Para terminar, cantaron la “Canción de los instrumentos”, esta vez acompañándose con la guitarra, ya que la conocían de memoria.El aula vibró con voces, cuerdas y alegría: una mezcla perfecta de aprendizaje, ritmo y creatividad.


Jueves: guitarras, notas y ritmo compartido


El jueves afinamos las cuerdas y nos pusimos manos a la obra con la guitarra.

Aprendimos dos acordes básicos para acompañar la canción “Feliz Navidad”, y poco a poco, fuimos reconociendo cómo los acordes crean armonía y sostienen la melodía. Los peques descubrieron que tocar la guitarra no solo es mover los dedos, sino escuchar al grupo, coordinar manos y ritmo, y dejar que el cuerpo acompañe la música.


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Después llegó el turno del clásico “Puente de las notas”, esta vez con una variación para poner a prueba la memoria: en cada ronda, la profe quitaba una alfombrilla de color —y con ella, una nota—, de modo que los niños debían descubrir cuál faltaba. Así reforzamos la asociación entre nota, color y sonido, desarrollando la atención auditiva y visual de forma natural.

Para cerrar la sesión, cada peque eligió su instrumento favorito: algunos fueron al piano, otros a la percusión. El aula se convirtió en un pequeño laboratorio sonoro, donde cada uno exploró su instrumento. Esto nos sirve para ir viendo las preferencias, y adaptar las clases para que les saquemos el máximo rendimiento.


 
 
 

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