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Crónica semanal - 27 de octubre

Esta semana nos propusimos un objetivo claro: aprender desde la experiencia sonora y el juego activo.

Cada día ha estado diseñado para que exploren la música desde distintos lenguajes —el movimiento, el ritmo, la voz, la escucha y la creación—, favoreciendo la atención, la coordinación, la memoria auditiva y la expresión corporal.

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Con la vista puesta en Halloween, usamos como excusa la tenebrosa celebración para explorar BSO de películas tan fabulosas como "Casper" o "Cazafantasmas"

Sus dibujos formaron parte de la exposición de 48 horas del X Concurso de Dibujo y Cuento de Halloween ¡un éxito!


Lunes de fantasmas, ritmo y risas


Esta semana celebramos Halloween con una jornada musical muy especial. Nuestra inspiración fue Fósiles”, una de las piezas más divertidas de El carnaval de los animales de Camille Saint-Saëns. A partir de ella, los peques exploraron el ritmo con pelotas de goma, creando su propia versión llena de energía.

Después, cantaron y bailaron “Camino en Halloween” y participaron en el reto de pasarse una pandereta sin que sonara, porque no podían despertar a los fantasmas dormidos.


Luego llegó el momento del silencio... se sentaron en círculo y comenzó el reto: pasarse una pandereta sin que sonara. ¿Por qué? Porque —según la historia que inventamos— no podíamos despertar a los fantasmas dormidos. Y claro, justo cuando parecía que todos lo lograban... la profe hizo sonar la pandereta por accidente.

¡Y ahí empezó la locura! Los niños se convirtieron en fantasmas danzantes con pañuelos de colores en las manos, persiguiendo a la “cazafantasmas” (también conocida como la profe), mientras sonaba la mítica banda sonora de "Cazafantasmas".

Eso sí, cuando la música paraba... ¡estatua total! No fuera a ser que los descubrieran.


Si no se paraban a tiempo y la profe los descubría, les quitaba el pañuelo y los convertía en aliados para ayudarla a encontrar al resto de fantasmas.


Después de tantas emociones, terminaron con una relajación musical con la banda sonora de Casper, respirando con peluches sobre la barriga para sentir el aire moverse.


Martes: notas, ritmo y trabajo en equipo


Comenzamos con una relajación suave al son de Casper para preparar cuerpo y mente. Luego cruzamos el puente de las notas: alfombrillas de colores en el suelo que representan cada nota musical, por las que los peques pasaban cantando la escala.Una forma divertida y física de reforzar la memoria auditiva.


Con el metrónomo y los cascabeles jugamos al “pilla-pilla musical”: cada cuatro tiempos debían detenerse cuando sonaba el click. Risas, concentración y coordinación a partes iguales. Un reto entre concentración, ritmo y carcajadas —porque quedarse quieto con un cascabel en la mano no es tan fácil como parece


Después dividimos la clase en dos grupos: uno en el piano y otro en la batería.El piano enseñó a escuchar, pensar y recordar; la batería, a moverse, coordinar y liberar energía. Ambos instrumentos ayudaron a comprender que la música se construye desde la escucha y la cooperación. Un martes muy productivo, cargado de ritmo, energía y descubrimiento.


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Miércoles: jugamos con la clave de sol, y el teléfono estropeado.


El miércoles arrancó con movimiento y dibujo… ¡en el aire! Bailamos la clave de Sol con el cuerpo, siguiendo su forma ondulante como si fuera una coreografía invisible.

Primero con los brazos, después con los ojos cerrados, y hasta con ambas manos a la vez. Un ejercicio que mezcla música, psicomotricidad y concentración —porque dibujar en el aire sin ver, tiene su magia.

Después pasamos al ritmo con la canción “Al pasar la barca”, acompañada de panderetas.

Jugamos con un compás de 4/4, donde aprendieron a sentir el pulso de las negras, y luego a combinarlo con dos corcheas.

El resultado: un pequeño laboratorio rítmico donde cada grupo marcaba su patrón, y la música se iba transformando con cada cambio.Fue divertido ver cómo iban alternando ritmos, descubriendo que las figuras musicales no son solo símbolos… ¡también se bailan y se sienten!

La siguiente actividad fué una especie de gymkana musical:se reprodujeron diferentes sonidos de instrumentos y los niños debían reconocerlos y encontrarlos escondidos por la clase. Cada acierto sumaba puntos, pero sobre todo despertaba el oído, la atención y la curiosidad por los timbres.

Después volvimos a los instrumentos.

Empezamos afinando el oido con “El teléfono estropeado” en el piano.

La profe tocaba una nota —empezando por el Do— y los alumnos, uno a uno, intentaban repetir lo que creían haber oído.Cuando todos lo lograban, subía la dificultad… y quien se equivocaba, se tomaba un descanso antes de volver a intentarlo.

Entre risas, suspense y mucha concentración, todos terminaron disfrutando del piano “a sus anchas”, explorando libremente los sonidos y las teclas.

Un miércoles de música en movimiento, de oído atento y mucha creatividad.


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Jueves: orquesta free style


El jueves fue un día para tocar, escuchar y crear juntos.Comenzamos con una breve dinámica de respiración para centrarnos: inhalar profundo, soltar el aire despacio… y sentir cómo el cuerpo se prepara para la música.

Después, cada peque eligió un instrumento de percusión: maracas, claves, tambores, triángulos, xilófonos… la clase se transformó en una pequeña orquesta.

Jugamos primero con el pulso común: todos marcaban una misma base con negras, escuchando al resto para mantener el ritmo.

Poco a poco, cada grupo añadió una pequeña variación o patrón propio, aprendiendo a tocar juntos sin perder la coordinación.

Luego hicimos un “viaje musical por estaciones”: mientras sonaba una base instrumental suave, iban rotando por distintos puestos para probar otros instrumentos. Así pudieron descubrir cómo cambia la sensación al pasar del metal al cuero, o del sonido seco de una clave al brillo de un triángulo.

Para cerrar, creamos una improvisación colectiva: cada uno entraba con su sonido cuando sentía el momento, escuchando y respetando los silencios de los demás. Una experiencia preciosa donde el aula se llenó de ritmo, atención y complicidad.


Terminamos con una relajación musical al son de campanillas suaves y respiraciones profundas.Los peques colocaron un peluche sobre su barriga para notar cómo subía y bajaba con cada inhalación, igual que el lunes con Casper, mientras los instrumentos iban apagándose poco a poco… hasta quedarse en silencio.

Un jueves lleno de armonía, escucha y música compartida.

 
 
 

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